Fernando Jara recuerda a su maestro, Luis "Nilo" González, "El señor del tiempo"

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Fernando Jara recuerda a su maestro, Luis "Nilo" González, "El señor del tiempo"

Fernando Jara recuerda a su maestro, Luis "Nilo" González, "El señor del tiempo"

Conmocionado por el fallecimiento de su mentor y maestro, el meteorólogo Fernando Jara, discípulo y colega de don Nilo, comparte su emotivo recuerdo.

“Fue mi primer y último jefe en meteorología. Y fue, además, un señor.” Con esa frase, Fernando Jara resume lo que para él significó Luis “Nilo” González, fallecido este sábado a los 90 años y recordado como una de las figuras más relevantes en la historia de la meteorología mendocina.

Jara, actual pronosticador meteorológico, rememora el vínculo que los unió desde que tenía apenas 18 años y daba sus primeros pasos en la Fuerza Aérea. Fue entonces, a fines de los años ’80, cuando conoció a González, en una instancia de preselección para ingresar al área meteorológica. “Ya lo conocía de la infancia, de verlo en la televisión. En esa época era el boom de Don Nilo”, recuerda. Pero aquel ídolo televisivo pronto se convirtió en mucho más: un formador riguroso, un referente ético, una presencia que marcó su camino profesional.

“Hay muchos profesionales en la meteorología: licenciados, técnicos. Pero él era otra cosa. Para mí, fue un señor. Como jefe, como profesional, y también como persona”, dice Jara. Y destaca que no se trataba solo de conocimientos técnicos: “Me enseñó desde cero. Me transmitió una forma de mirar la meteorología con pasión y profundidad”.

Entre los recuerdos más vívidos, Jara menciona una anécdota fundacional: “Cuando entré al concurso para acceder al área meteorológica, me el propio Nilo me preguntó por qué quería estudiar eso. Yo, sin pensarlo, dije: ‘Quiero ser como usted’. Y él se empezó a reír. Me dijo: ‘Pibe, te falta mucho’”. Esa escena, mezcla de nerviosismo juvenil y admiración, fue apenas el comienzo de una relación que duraría décadas.

No es frecuente que un subordinado recuerde a su jefe con tanto afecto. Pero en el caso de Nilo González, el aprecio se impone naturalmente. “Era un jefe que se preocupaba por su gente”, afirma Jara. Lo prueba con hechos: cuando, ya siendo profesional, sufrió un absceso de pared que lo llevó a una internación urgente en el Hospital Español, González no solo fue a visitarlo, sino que intercedió para que lo atendieran con especial cuidado. “Eso no lo hizo ningún otro jefe. Tenía empatía. Se comportó como un señor”.

Luis González era, también, un estudioso incansable. “Siempre decía: para dar un buen pronóstico, hay que estudiar. Estudiar todas las situaciones posibles”, señala Jara. Lejos de la imagen de “el hombre del tiempo” que aparecía en la TV, González se destacaba por su capacidad para enseñar desde la experiencia concreta: desde analizar cartas meteorológicas de superficie hasta prever tormentas o viento Zonda. “Tenía una escuela muy rica. Enseñaba en el día a día, en la práctica, con profundidad y con paciencia”.

Una última visita y una frase inolvidable

Poco antes de la muerte de González, Jara tuvo la oportunidad de visitarlo por su cumpleaños número 90. Le llevó un vino de su propia producción como regalo, a pesar de que el homenajeado ya tenía “miles de cajas”. Entre risas, intercambiaron bromas. “Lo primero que hizo fue agarrarme la cabeza y decirme: ‘Te quedaste pelado’”, cuenta con ternura.

Ese encuentro también trajo de vuelta una frase que lo marcó: “Portate mal, pero hacelo bien. Porque si no, la vida es muy aburrida”. Era una de esas sentencias que Nilo repetía entre colegas, una síntesis de su carácter: riguroso en lo profesional, pero con una mirada lúdica y vital sobre la existencia.

Un liderazgo invisible pero firme

Jara también recuerda el liderazgo de González como jefe de la oficina de pronóstico en Mendoza. “Tenía bajo su responsabilidad a 13 pronosticadores, otros tantos auxiliares, observadores meteorológicos y estaciones distribuidas en toda la provincia: Malargüe, San Rafael, San Martín, Mendoza capital, y hasta el Puente del Inca. Era un jefe de verdad”.

Pero no se trataba solo de delegar tareas: Nilo se metía en todo. Supervisaba, corregía, discutía los pronósticos con argumentos sólidos. “Te decía: ‘Vos ocupate del corto plazo, del pronóstico del tiempo. Eso es lo tuyo’. Y te enseñaba cómo hacerlo bien”.

Una pérdida profunda

Para Fernando Jara, la partida de Nilo González no es solo la pérdida de un mentor: es la despedida de una parte fundacional de su propia historia. “Fue uno de los culpables —en el buen sentido— de que yo hoy sea meteorólogo. Me influenció, me formó, me sostuvo. Fue como un padre en lo profesional”.

Su tono cambia cuando concluye: “Es muy difícil resumir lo que significó Nilo. Tengo tantas anécdotas, tantos aprendizajes, que no alcanzan unos párrafos. Pero sí sé algo: fue un señor. El señor del tiempo, como bien solían llamarlo”.

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